miércoles, 23 de febrero de 2011

La vieja y la nueva cruz – A. W. Tozer


Fuente: Somos los Miserables

Sin anunciar y casi sin ser detectada, ha entrado en el círculo evangélico una cruz nueva en tiempos modernos. Se parece a la vieja cruz, pero no lo es; aunque las semejanzas son superficiales, las diferencias son fundamentales.
Mana de esa nueva cruz una nueva filosofia acerca de la vida cristiana, y de aquella filosofia procede una nueva técnica evangélica, con una nueva clase de reunión y de predicación. Ese evangelismo nuevo emplea el mismo lenguaje que el de antes, pero su contenido no es el mismo como tampoco lo es su énfasis.
La cruz vieja no tenía nada que ver con el mundo, para la orgullosa carne de Adán, significaba el fin del viaje. Ella ejecutaba la sentencia impuesta por la ley del Sinaí. En cambio, la cruz nueva no se opone a la raza humana; antes al contrario, es una compañera amistosa y, si es entendida correctamente, puede ser fuente de océanos de diversión y disfrute, ya que deja vivir a Adán sin interferencias. La motivación de su vida sigue sin cambios, y todavía vive para su propio placer, pero ahora le gusta cantar canciones evangélicas y mirar películas religiosas en lugar de las fiestas con sus canciones sugestivas y sus copas. Todavía se acentúa el placer, aunque se supone que ahora la diversión ha subido a un nivel más alto, al menos moral aunque no intelectualmente.
La cruz nueva fomenta un nuevo y totalmente distinto trato evangelistico. El evangelista no demanda la negación o la renuncia de la vida anterior antes de que uno pueda recibir vida nueva, predica no los contrastes, sino las similitudes; intenta sintonizar con el interés popular y el favor del público, mediante la demostración de que el cristianismo no contiene demandas desagradables, antes al contrario, ofrece lo mismo que el mundo ofrece pero en un nivel más alto. Cualquier cosa que el mundo desea y demanda en su condición enloquecida por el pecado, el evangelista demuestra que el evangelio lo ofrece, y el género religioso es mejor.
La cruz nueva no mata al pecador, sino que le vuelve a dirigir de nuevo en otra dirección. Le asesora y le prepara para vivir una vida más limpia y más alegre, y le salvaguarda el respeto hacia sí mismo, es decir, su “auto-imagen” o la “opinión de sí mismo”. Al hombre lanzado y confiado le dice: “Ven y sé lanzado y confiado para Cristo”. Al egoísta le dice: “Ven yjáctate en el Señor”. Al que busca placeres le dice: “Ven y disfruta el placer de la comunión cristiana”. El mensaje cristiano es aguado o desvirtuado para ajustarlo a lo que esté de moda en el mundo, y la finalidad es hacer el evangelio aceptable al público.
La filosofia que está detrás de esto puede ser sincera, pero su sinceridad no excusa su falsedad. Es falsa porque está ciega. No acaba de comprender en absoluto cuál es el significado de la cruz.
La cruz vieja es un símbolo de muerte. Ella representa el final brutal y violento de un ser humano. En los tiempos de los romanos, el hombre que tomaba su cruz para llevarla. ya se había despedido de sus amigos, no iba a volver, y no iba para que le renovasen o rehabilitasen la vida, sino que iba para que pusiesen punto final a ella. La cruz no claudicó, no modificó nada, no perdonó nada, sino que mató a todo el hombre por completo y eso con finalidad. No trataba de quedar bien con su víctima, sino que le dio fuerte y con crueldad, y cuando hubiera acabado su trabajo, ese hombre ya no estaría.
La raza de Adán está bajo sentencia de muerte. No se puede conmutar la sentencia y no hay escapatoria. Dios no puede aprobar ninguno de los frutos del pecado, por inocentes o hermosos que aparezcan ellos a los ojos de los hombres. Dios salva al individuo mediante su propia liquidación, porque después de terminado, Dios le levanta en vida nueva.
El evangelismo que traza paralelos amistosos entre los caminos de Dios y los de los hombres, es un evangelio falso en cuanto a la Biblia, y cruel a las almas de sus oyentes. La fe de Cristo no tiene paralelo con el mundo, porque cruza al mundo de manera perpendicular. Al venir a Cristo no subimos nuestra vida vieja a un nivel más alto, sino que la dejamos en la cruz. El grano de trigo debe caer en tierra y morir.
Nosotros, los que predicamos el evangelio no debemos considerarnos agentes de relaciones públicas, enviados para establecer buenas relaciones entre Cristo y el mundo. No debemos imaginarnos comisionados para hacer a Cristo aceptable a las grandes empresas, la prensa, el mundo del deporte o el mundo de la educación. No somos mandados para hacer diplomacia sino como profetas, y nuestro mensaje, no es otra cosa que un ultimatum.
Dios ofrece vida al hombre, pero no le ofrece una mejora de su vida vieja. La vida que El ofrece es vida que surge de la muerte. Es una vida que siempre está en el otro lado de la cruz. El que quisiera gozar de esa vida tiene que pasar bajo la vara. Tiene que repudiarse a sí mismo y ponerse de acuerdo con Dios en cuanto a la sentencia divina que le condena.
¿Qué significa eso para el individuo, el hombre bajo condenación que quisiera hallar vida en Cristo Jesús? ¿Cómo puede esa teología traducirse en vida para él? Simplemente, debe arrepentirse y creer. Debe abandonar sus pecados y negarse a sí mismo. ¡Que no oculte ni defienda ni excuse nada! Tampoco debe regatear con Dios, sino agachar la cabeza ante la vara de la ira divina y reconocer que es reo de muerte.
Habiendo hecho esto, ese hombre debe mirar con ojos de fe al Salvador; porque de Él vendrá vida, renacimiento, purificación y poder. La cruz que acabó con la vida terrenal de Jesús es la misma que ahora pone final a la vida del pecador; y el poder que resucitó a Cristo de entre los muertos, es el mismo que ahora levanta al pecador arrepentido y creyente para que tenga vida nueva junto con Cristo.
A los que objetan o discrepan con esto, o lo consideran una opinión demasiada estrecha, o solamente mi punto de vista sobre el asunto, déjame decir que Dios ha sellado este mensaje con Su aprobación, desde los tiempos del Apóstol Pablo hasta el día de hoy. Si ha sido proclamado en estas mismísimas palabras o no, no importa tanto, pero sí que es y ha sido el contenido de toda predicación que ha traido vida y poder al mundo a lo largo de los siglos. Los místicos, los reformadores y los predicadores de avivamientos han puesto aquí el énfasis, y señales y prodigios y repartimientos del Espíritu Santo han dado testimonio juntamente con ellos de la aprobación divina.
¿Nos atrevemos, pues, a jugar con la verdad cuando somos conocedores de que heredamos semejante legado de poder? ¿Intentaríamos cambiar con nuestros lápices las rayas del plano divino, el modelo que nos fue mostrado en el Monte? ¡En ninguna manera! Prediquemos la vieja cruz, y conoceremos el viejo poder.
Aide Wilson Tozer

lunes, 21 de febrero de 2011

Fuego en la Iglesia


Muchos hoy estarían de acuerdo en que la iglesia está sin fuego. Son numerosos los que desean el fuego pero quieren decir el fuego del celo, devoción o evangelización. Sentirse bien y caerse al su-su-suelo. Y conseguir visiones del paraíso. A mí también me encanta eso ¿pero hay algo mejor?

¿El fuego del propio Cristo?

Jesús habló de lanzar fuego en la tierra en Lucas12 y Mateo 10.

“Fuego vine a echar en la tierra;
¿y qué quiero, si ya se ha encendido?”

Habló entonces de Su propio fuego:
“De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!”

Jesús trae el fuego. Su presencia crea fuego. Aquí está Su clase de fuego, prometió y entregó:

¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión. Porque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos, y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra.

Él vino con el propósito expreso, con la intención deliberada (¿lo entiende?) de poner fuego en el mundo, un incendio provocado a la humanidad, una antorcha a las relaciones, hasta que todas nuestras conexiones sólo existan para Él.

¿Ningún fuego de división? - quizás ninguna Presencia del Hijo de Dios.

Los discípulos que temblaron y huyeron antes del Pentecostés, se transformaron en los aterradores apóstoles de Hechos.

Esteban fue apedreado a causa del toque abrasador de su largo sermón, enumerando los pecados de sus antepasados. Él acabó diciendo,

“¡Duros de cerviz, e incircuncisos de
corazón y de oídos!
Vosotros resistís siempre al Espíritu
Santo; como vuestros padres, así
también vosotros.
¿A cuál de los profetas no persiguieron
vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida
del Justo, de quien vosotros ahora
habéis sido entregadores y matadores.”
Hechos 7

Éste era el nivel de la lealtad de Esteban, claridad y celo para Dios. Los que lo oyeron “se enfurecían en sus corazones” así que se volvieron con rabia y lo apedrearon hasta matarlo. Se dijo de Esteban que estaba lleno de gracia y poder.
¡Lleno del Espíritu Santo!
Nosotros no conocemos ese Espíritu Santo.

¿Es este un cuadro de un hombre llenó de Dios?
¡Es escandaloso!
¿Uno que predica con tanta condenación para el público que es apedreado por él?

Ah, nosotros también lo apedrearíamos hoy y lo llamaríamos falto de amor y no cristiano.
¡No conocemos tal pasión hoy!
¡Porque no poseemos ni vivimos semejante lealtad!

Pablo dijo,

“Si alguien no ama al Señor,
¡que caiga sobre él la maldición de Dios!”
(1ª Cor. 16:22 DHH.)

¿Una maldición?

¡Pero se supone que los Cristianos no pueden maldecir a nadie! ¿Son Cristianos?

El relato siguiente en Hechos 13 no es el tipo de fuego que nosotros queremos:

...el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios. Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul. Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo: “¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?
Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo”. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano.

Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor.

¿Atacar a un hombre con ceguera por el Espíritu Santo? Nosotros no conocemos nada de este tipo de fidelidad inflexible a Dios, esta clase de valor sin parpadear, esta confianza inexplicable en el Espíritu. ¡Somos demasiado cariñosos carnalmente, con un miedo enfermizo a las personas y nosotros lo llamamos amor cristiano! Ésa es nuestra excusa para la cobardía y la falta de fe.

¡Afirmo, que nosotros no hemos visto el impulso del primer siglo porque no aceptaríamos el absolutismo de entonces!

Toleramos el mal y la oposición, permitimos que el evangelio sea pisoteado y se pierda incrustándose dentro el infierno. Vivimos un Cristianismo insípido de no confrontación y por eso el mundo está echando abajo nuestros valores, quitando la oración de las escuelas y robando a nuestros creyentes. Somos impotentes porque estamos sin valor. No confrontamos el mal en nuestro medio personal, bajo nuestra propia nariz. Queremos una popularidad que los creyentes del primer siglo desdeñaron y entendieron que era imposible en esta vida. Odiamos “hablar acerca de” y consentiremos en traicionar a Dios antes de que seamos ligeramente mal interpretados.

El problema no es una falta de celo. Ni es el valor la necesidad. El problema es un fracaso para amar Dios lo suficiente para perder algo de nuestra reputación o algún sueño. . . la ausencia de una pasión por Él que pudiera hacernos perder nuestra preciosa vida simplemente por un lejano sermón, ¡totalmente entregado muriendo por ello! Esteban estaba lleno del Espíritu que porque amó a Dios más que a su vida o su propia seguridad. . .

La iglesia nunca sabrá lo que es estar llena-del-fuego-de-la-devoción hasta que acepte el fuego de la purificación.

Firmado,

Martha Blaney Kilpatrick

Predico para mí. Gracias por escucharme.

Copyright © 2000 Martha Blaney Kilpatrick

www.Shulamite.com

Dice el sabio Salomón que corregir a un necio es ganarse un enemigo, pero corregir a un sabio es ganarse su amor y aumentarle la sabiduría. ¡Qué gran verdad!
Hace unos años atrás un grupo de eruditos de una sociedad bíblica en Miami me contrató para asesorarles en un proyecto de comunicaciones. El honor era inmenso y la verdad fue que aprendí más de ellos que ellos de mí. Fui yo el que debió pagarles por su amor, ejemplo y las espectaculares lecciones de teología.
Y esta experiencia la cuento con frecuencia en mis conferencias a comunicadores porque no sólo corroboré que entre más sabiduría, más humildad, sino porque aún a estas eminencias, a estas enciclopedias ambulantes, hay que decirles la verdad, sólo que de manera dulce, sin atacarlos. Y eso hice, les dije que aunque eran súper interesantes, también eran súper aburridos.
Gracias a Dios no me echaron a patadas y pudimos sacar adelante un proyecto para enseñar al público común y corriente conceptos teológicos complicados. Les propuse seguir el ejemplo de Jesús y hacer lo difícil bien sencillo. Jesús ha sido el teólogo más grande que ha existido, sin embargo sus conferencias eran tan profundas y veraces que los doctores de la ley no lo podían sorprender en algún error para acusarlo. Era tan didáctico que los campesinos le entendían. Y tan ameno que los niños, público indisciplinado, lo seguían.
Si uno de los famosos pastores cristianos que existen hoy en día me llamara a su oficina y me dijera: “Doni, ayúdame brother a hacer un proyecto de comunicaciones nuevo”. Yo le diría con toda confianza: Mirá viejo, te voy a hablar como amigo, como comunicador y como cristiano. Si te gusta mi proyecto, trabajamos, sino, tranquilo, nada ha pasado.
Como amigo te voy a decir que dejá de auto promocionarte. Si lo que querés es hacerte más famoso, tener la iglesia más grande, vender tus libros y videos como pan caliente y que te inviten a los más importantes congresos religiosos del mundo como expositor, seguí como vas, no hay problema. Seguí comprando equipos, tecnología y pagándoles el mismo sueldo a todos estos chicos recién salidos de una facultad de comunicaciones. Total, la gente te va a seguir respaldando con su billete porque te quiere, ama la obra de Dios y desean seguirte viendo predicando en la televisión y la radio lo que ellos ya escucharon el domingo anterior en la iglesia. Ahora, si vos estás dispuesto a morir a tu ego, a vivir anónimamente, a no aparecer ni en tu radio, ni en tu televisión, ni en tus revistas, ni página de internet, y a invertir todo este dinero que la gente te está dando en pagar sueldos decentes a tus empleados y en ideas creativas de comunicaciones, pues hagámosle hermano, contá conmigo. Pero eso sí, te aclaro, vamos a trabajar centrados en Dios y en su mensaje, no en el mensajero. El mensajero tiene que aguantarse el palazo de ser anónimo, y eso es duro, es una cachetada para un líder.
Ahora te voy a hablar como comunicador. Mirá viejito, estamos metiendo la pata bien feo en el manejo de las comunicaciones para Dios. Si el Señor no fuera misericordioso, ya nos habría metido una demanda por daños y perjuicios. Si vos sos contratado por la Coca Cola o Pepsi como asesor de imagen y publicidad y la gente comienza a pensar cosas malas de esos productos, no solamente te van cancelar el contrato, sino que te van meter una demanda con una docena de abogados por el grave perjuicio que les has causado a su marca y prestigio. Esa gente ha invertido millones y millones de dólares en construir una buena imagen en torno a su producto, de manera que no van a aguantar que llegués vos y les dañés el trabajo de tantos años. Ahora pensá en esto, a Dios, redimir la humanidad, le costó la sangre de su mismísimo Hijo Jesucristo. Y ahora nos ha pedido a nosotros, que comuniquemos esa buena noticia al mundo, que le digamos a la gente que Dios les ama y desea darles vida y vida en abundancia. E incluso nos ha mandado al Espíritu Santo para que sea nuestro ayudador. ¿Y qué hemos hecho?
Hemos usado su obra redentora, su mensaje y su Espíritu Santo para anunciarnos a nosotros mismos. En lugar de usar los medios de comunicación para anunciar a Dios y su evangelio, lo que hacemos es promocionarnos a nosotros mismos, a nuestras iglesias y nuestros ministerios. Y ni siquiera hemos mostrado al cristianismo como un estilo de vida las 24 horas diarias, no, lo que estamos mostrando en los medios de comunicación son nuestros cultos dominicales de dos horas.
¿Qué crees que va a pensar el público de Dios y su evangelio? Pues que es una religión más como todas las demás. Podemos sacarnos las amígdalas gritando a los cuatro vientos que el cristianismo no es una religión, sino una relación con Cristo, un estilo de vida, pero todo se echara a la basura cuando la gente vea que lo que único que mostramos en los medios de comunicación cristianos son nuestros servicios religiosos, nuestra liturgia, no una nueva vida en Cristo.
Y finalmente te hablo como cristiano. ¿Por qué no le pedimos perdón a Dios por el mal manejo que le hemos dado a su Oficina de  Comunicaciones en el Planeta Tierra y le suplicamos  de rodillas, todos unidos, que nos dé su CREATIVIDAD para corregir y hacer unas comunicaciones nuevas que impacten al mundo no cristiano?